jueves, 4 de marzo de 2010

Bradley visita a Halley


 
Cometa 17P / Holmes (Foto: Observatorio de Mauna Kea, Hawaii)

Corre el año 1725 y Thomas Bradley, eclesiástico ordinario de Bordwin en el condado de Wintley, mete en un cartapacio sus cálculos, sus tablas y el resto de sus apuntes para dirigirse a Greenwich. Acude allí para ser recibido por Sir Edmund Halley, director del Observatorio. Conducido a su presencia e invitado a tomar asiento, extrae algunos papeles que coloca sobre sus rodillas y comienza sin más dilación a exponer el motivo de su urgente visita.—Vengo estudiando con detenimiento la posible trayectoria que, de seguirse las leyes de Newton, describiría un cuerpo celeste, que creo que es un cometa, aunque todavía lejano. Pero os confieso también que no estoy muy convencido de todos los razonamientos geométricos que gobiernan esas leyes. Vengo observando ese lucero día a día durante meses, y con lo observado creo poder inferir que en 1758 podría entrar en colisión con el sol. Sinceramente, Señor, me temo que estamos en peligro y que debemos de rezar todos para que Dios no permita que esto suceda.

A medida que Bradley expone estas preocupaciones, va entrando en un visible estado de congoja y excitación. Halley, consciente de que el clérigo carga en su bagaje con más angustia y prejuicios que preparación, le responde lacónico:
—Detener un cometa tendría su lógica, acaso divina, temer la fuerza de un argumento no.—Y a continuación añade: —Newton merecerá o no vuestro rechazo, pero no lo echéis cada noche a suertes. Lo de rezar, siempre es propio y más aún en vuestro oficio, pero si albergáis la intención de alertar a la población, será mejor que abráis página y os estudiéis los Principia, y que dejéis el Apocalipsis para mejor ocasión.


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