sábado, 24 de abril de 2010

Ajustando mecanismos


Order & Disorder (Diptych), Jane Rusin (2006)

Aunque el orden sujeta y atosiga, recurrir al desorden apenas nos libera. Si en el orden algo se nos impone desde fuera, en el desorden algo crece hasta dominarnos por dentro.

Cualquiera advierte que algo en el mensaje trasladado por estas expresiones resulta equívoco, lo que viene a demostrar las limitaciones de la brevedad, o de cierto estilo enfático, cuando se opera con conceptos complejos pero implícitamente definidos. Aquí, en concreto, se parte de un equilibrio estructural entre opuestos, orden y desorden, pero la carga de incertidumbre aplicada al segundo término, que debería actuar como aliviadero de la tensión oposicional, acaba reivindicando a un orden conocido y útil. Cualquier análisis crítico debería continuar despejando las abundantes inclusiones tácitas y apuntando a la insuficiencia de las definiciones asumidas.

He aquí una batería de cuestiones de muestra: ¿es aceptable confundir entre orden y cosas ordenadas?, ¿qué cosas son susceptibles de orden?, ¿en qué mejora el orden a las cosas susceptibles de recibirlo?, ¿mejora el orden al conjunto o a las cosas en sí mismas?, ¿es lo mismo orden que armonía?, ¿es la persona sujeto de orden o de armonía?.

La batería no es en absoluto exhaustiva, pero permite al menos poner en cuestión las expresiones iniciales, cerrando el paso a posibles conclusiones o a sobreentendidos tales como: El orden sería el fermento social y el desorden la liquidación personal.

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