sábado, 12 de junio de 2010

El espíritu de la obra


El peor enemigo de cualquier obra humana, a medida que envejece, es ese espíritu volátil que va emanando y parece querer evadirse de ella. Los que aciertan a ver al espíritu dicen que el aura de primeras intenciones siempre sigue ahí presente, que sobrevuela la obra y la protege de todo malentendido, así como de la ruina y del olvido. Los alérgicos a esta magia no tardan en espantar a ese espíritu y consiguen de ese modo contemplar la obra al desnudo. Al aproximarse a la obra cambiando el respeto por la atenta observación van viendo aspectos que el espíritu desdeña. La obra aparece entonces como solución circunstancial y cercana a un problema, como refugio tangible contra la frustración y el desánimo, o como retrato ocasional de su autor, de sus tientos y fatigas, legibles en sabias y también dolorosas huellas.

No hay comentarios: