martes, 27 de julio de 2010

La despedida


Ilustraciones de Swammerdam sobre el gusano de seda (1675)
Biblioteca universitaria, Università degli Studi di Bologna

La larva del gusano de seda (Bombyx mori) tiene unos 30 milímetros y los instrumentos empleados en el estudio de su anatomía eran microscopios rudimentarios con un juego simple de lentes. Se comprende así que el tratado De Bombyce publicado en 1669 por Marcello Malpighi constituya un hito en la historia de la entomología. Al centrarse en los animales inferiores, Malpighi quería promover un enfoque comparativo y reduccionista en anatomía. Para ello se valía de un registro de ilustraciones con las que daba cuenta del resultado de sus minuciosas disecciones.

La Royal Society, conocedora de la obra por el envío del propio autor, respondió elogiosamente a través de su secretario Henry Oldenburg, avalando su publicación e interesándose en el patrocinio de las investigaciones en curso. A conocimiento de Oldenburg había llegado en esa misma época la entrada en prensa de una Historia insectorum generalis, obra de Jan Swammerdam, un reputado y prometedor entomólogo holandés, que aún pudo incluir en ella unas palabras de sincero reconocimiento a la obra de Malpighi. Oldenburg trasladó puntualmente a éste la noticia de que Swammerdam apreciaba su trabajo y le consideraba el único en haber acometido de manera adecuada el enigma de la metamorfosis del Bombyx.

Esa admiración no impidió que de Swammerdam le llegaran a Malpighi las más certeras objeciones, derivadas de la escrupulosa reproducción de sus hallazgos experimentales. En algunos aspectos las conclusiones aportadas corregían algunos puntos, en otros dieron pábulo a la corriente preformacionista. Junto a la extenuante tarea de las disecciones, el estudio persistente hizo mella en la frágil salud de Swammerdam, lo que le condujo a una crisis personal espoleada por sus fervientes creencias religiosas. De la mano de la visionaria Antoinette Bourignon, sus devociones evolucionaron a un agudo misticismo en el que su anterior tarea científica venía a ser vista como una execrable manifestación de su vanidad. Llamado por las verdades predicadas en la secta, puso rumbo a la isla de Nordstrand en que la comunidad intentaba asentarse.

Antes de partir y de dar un giro radical a su vida, a modo de definitiva ruptura con su ignominioso pasado, decidió destruir por completo el manuscrito con su trabajo sobre el gusano de seda. En un último gesto, ambivalente entre el orgullo y la contrición, quiso dejar un mínimo testimonio de su paso por la ciencia. En una lámina de 26 por 40 centímetros había ido reuniendo hasta veinticuatro ilustraciones con el fruto de sus meticulosas disecciones, dibujadas en aguadas y tintas coloreadas. Nadie como Malpighi, su admirado competidor, podía ser mejor destinatario de la reliquia. De hecho, sólo el podría valorarla en su justa medida y aprovechar convenientemente sus esfuerzos. Redactó entonces una breve nota para su discípulo Nicolaus Steno, al que encomendó que la hiciera llegar a Malpighi junto con la lámina. En un extremo de la misma se lee actualmente la nota autógrafa de Malpighi: «Dibujos de Bombyx hechos por el Maestro Swammerdam, que me dio al abandonar sus estudios de anatomía, y que me fueron transmitidos por el Maestro Stenon el 18 de julio de 1675».


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