jueves, 23 de diciembre de 2010

A verlos venir


Luego diremos que no se les veía venir, que sus atropellos no violaban la constitución, que con sus abusos y corruptelas pretendían el bien común, que en esa buena dirección aprendimos qué era lo que realmente interesaba, que a nada conducía hablar si no era en positivo, que habíamos vivido de vacaciones en una realidad paralela, que nuestras intenciones solidarias eran utópicas y totalitarias, que el respeto sólo puede ser entendido desde la autoridad, que el despliegue policial nos protegía sobre todo de nosotros mismos, que un estado, por vacuas que sean su instituciones y por humillantes que sean sus símbolos, siempre es un bien que está por encima del bienestar de sus ciudadanos.

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