domingo, 11 de julio de 2010

Sol y sombra


Árbol de la seda o parasol de China

A diferencia del par formado por el sol y la luna, que tienen un sentido escatológico y un reflejo psicológico más o menos activo, entre sol y sombra aparece una dicotomía cuyo provecho final es tan difícil de definir como el que se da entre tener y no tener. Están, por una lado, aquellos que creen que lo mejor es disponer de alternativas simples y fáciles de resolver, y están, por otro, los que las mejoran explorando grados entre los dos extremos, en este caso todos los que van del crudo sol a la tenebrosa sombra. Los que no cuentan con esa elección de grado pronto comprenden que en ella está la auténtica libertad real de elección. Percibir en estas jornadas veraniegas el sol como el bien absoluto, como un sagrado don natural, mostrando como única alternativa la sombría clandestinidad, quizá tenga sentido para quienes asocian esa presencia con la llegada de parabienes, mieses y frutos. Para los demás recibir y aceptar ese fuego inclemente es una muestra de nuestra obligada resignación al orden natural, un orden riguroso al que únicamente algunas sectas playeras se someten de buen grado confiando como fieles creyentes en recuperar a pleno sol los rastros de una belleza que a fuego lento se apagó.

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