domingo, 16 de enero de 2011

Aquellos caballos



Sólo Incitatus, el famoso cónsul de Bitinia, y quizá algún otro caso del que no tenemos noticia, llegó a recibir honores de tanta categoría entre los de su especie. Aquel vencedor imbatible de las pistas, recibió de Calígula toda clase de regalos y ofrendas. Para Incitatus construyó caballerizas de mármol, rodeadas de estanques y jardines. Cuando ya todo le parecía poco, en su delirio amoroso, el emperador ofreció al caballo hispano el gobierno de la lejana provincia. Comparado con aquellos excesos, lo que por aquí he visto es mucho más modesto. Para empezar, la caballeriza, hoy bodega vinícola, es un sólido pabellón de ladrillo caravista, un lujo bastante razonable. Pese a encontrarse en las traseras de un complejo palaciego, el interior se mantiene dentro de la sobriedad. Al exterior la fachada se presenta exenta de vanos y ventanas con tan sólo una puerta. Sobre el dintel de entrada campea la amable testa de nuestro héroe flanqueada por otras dos algo más toscas. Nada se dice de quien mereció tal homenaje. El mármol muestra algo inquieto al corcel, que ha decidido sacar el testuz y no verse atrapado con el halo de santidad que la hornacina lo envuelve. No quita para que fuera un caballo bueno, quizá hasta santo. Lo veo igual más de trote que de pose, puede que hasta algo zascandil y difícil de entrar al lazo. Y, sin embargo, mira por dónde ahí lo han dejado, quieto, como para ser recordado. Bueno, tampoco sabemos, pero ¿y si éste llegó también a cónsul en esta alejada provincia del imperio? Hubiera sido interesante conocerlo, porque de los actuales cónsules no desmerecería.

No hay comentarios: