miércoles, 23 de febrero de 2011

La escritura bien templada


Órgano de la Catedral de Pamplona
Tengo un amigo que consigue hacer fluir el vértigo de lo cotidiano y le pone su acento por escrito sin perder nunca su claridad y sencillez. El contenido de su blog, Vivir de buena gana, se edita estos días con este mismo título. Como tirando de pluma siempre me puede la extravagancia, procuro aplicarme a su lectura y aprender día a día de él. Es verdad que sería más sencillo si fuera un hombre contenido y reservado, dueño de un estilo sobrio y acabado, o de un tono inconfundible, pero entonces no sería él. No estamos hablando de una emisora de radio con su marca fija en el dial, sino de una sintonía mucho más viva, capaz de mantenernos cercano el relato sin por ello renunciar a la agudeza en sus crónicas, ni a la crítica como ciudadano activo, ni al recuerdo de voces literarias ya casi extintas. Sé que detrás de todo esto hay un órgano sofisticado, dotado de un afinado juego de voces y registros con su virtuoso al frente. Pero no me maravilla tanto ese soberbio instrumento como la destreza alcanzada por el sabio organista para dar una certera interpretación a lo inmediato y aún me admira más la humildad con que nos invita a ver la realidad con él.

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